Ana seguía haciendo su vida como si no pasara nada. Conseguía autoconvencerse, anular lo que sentía y acallar esa estúpida voz interior que le decía que las cosas no iban bien. Ella tenía una gran capacidad para ignorarse a sí misma; de hecho, esto le evitaba mucho sufrimiento ya que, al fingir normalidad, llegaba incluso a creérselo.
Nadie se daba cuenta de que el pozo en el que Ana se iba introduciendo cada día un poco más iba volviéndose muy profundo, tanto que Ana podía llegar a ahogarse en cualquier momento.
Todas las noches, cuando estaba en la cama, en la soledad de su cuarto, pensaba... Pensaba y los pensamientos desagradables pugnaban por salir a la luz: "Deberías dejar salir tus sentimientos", "no es tan horrible sufrir por alguien o algo", "sácalo a la luz", "habla con la gente"... Pero empeñándose y empeñándose metía para adentro todas esas ideas. No pensaba dejarse llevar por un sentimiento, y menos un sentimiento de soledad, tristeza o desamparo; ella estaba muy por encima de esas estupideces, no necesitaba nada, a nadie, no necesitaba sentir. Sentir era para los débiles y el mundo, ya sabemos, no está hecho para cobardes.
4 comentarios:
Devolviendo visita ;) con calma me iré leyendo tu blog que por lo que veo es un bebé, no?
Besos!!!
Anoche leí las dos partes, no dejé ningún comentario porque siempre encuentro una frase que apunta en sentido contrario a lo que se me ocurre que le pueda suceder a Ana, pero no creo que sea una enfermedad ni una adicción, no sé. Tal vez en el próximo capítulo. :P
Me adelanté. Mejor espero, y luego comento.
Que tengas un buen día,
Un beso
Gracias, chicos, por leerme. Seguiremos teniendo noticias de Ana aunque no sé si dentro de poco o se hará de rogar un poco más.
Besos para todos.
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